Instructivo Para Obtener Un Destilado De Lágrimas
Acerca Del Reservorio:
Lo primero y
primordial será hallar un recipiente de forma cónica que resulte adecuado, para
que haga las veces de un alambique. Tendrá que ser resistente a golpes fuertes
y caídas, como las provocadas por catástrofes y desgracias; por todo tipo de
accidentes y crueles enfermedades, como así también resistente a las
excoriaciones producidas por traiciones
y abandonos.
Se preferirá al barro
cocido, cobre, hierro, aluminio ò vidrio, el que sea de un material flexible,
de modo tal que su capacidad pudiese expandirse, dado el caso, hasta donde
fuese necesario, como para mantener en permanente equilibrio a la entropía del sistema.
Ubíqueselo en un
sitio propicio y fíjeselo a su soporte, de tal forma que, quedando suspendido,
su único vértice apunte hacia abajo, en dirección a la fuente de calor.
Acerca De La Materia Prima :
Previamente tuvo que
haberse colectado en frascos lagrimales, claramente identificados, el llanto de
una multitud de viudas, el de un gentío de huérfanos, el de una hueste de
mártires, y el de una muchedumbre de ultrajadas y abusados; sin olvidar los
llantos desgarradores de las víctimas de asesinatos, junto a los lamentos de
sus familias tronchadas.
La anterior no
pretende ser, de ningún modo, una lista exhaustiva; inclusive sorprenderá la
facilidad con la que podrán adquirirse éstos ingredientes, en una variedad aún
más extensa que la que acabamos de mencionar, dado que brotan en abundancia,
especialmente de las guerras, las escaramuzas, de casi todas las revoluciones y
de ciertos movimientos telúricos, durante todas las estaciones del año y en
prácticamente los seis continentes del globo.
Acerca De La
Fuente De Calor:
Existen distintas
categorías de llamas que pueden utilizarse,
desde las suaves, como ser la
producida por la amabilidad ò la
solidaridad, hasta la más vigorosa, formada por una combinación de Justicia
como combustible y Caridad como comburente.
Deberá decidirse el
tipo de fuego que habrá de utilizarse acorde a la clase de lágrimas que se vaya
a destilar; verbigracia: para lágrimas de desamores resulta muy apta una flama
suave y pareja, como las que brindan la contención familiar y las buenas
amistades.
Una vez que haya
tomado su decisión, utilice la chispa de su compasión para encender el fuego.
Acerca Del Proceso De Destilado
Para familiarizarse con el procedimiento,
aconsejamos procesar de a un tipo de lágrimas por vez.
Debe quedar
perfectamente claro a los principiantes lo inconveniente que resulta pretender
destilar, de una sola vez, una mezcolanza de lágrimas de distinta procedencia.
Esto requiere de una alta destreza, para no terminar concentrando los
amargores, que finalmente darán como destilado una verdadera hiel de odios y
resentimientos, en vez del buscado bálsamo que reconforta y cura de todo dolor
y sufrimiento.
Se relata en los
anales de la Alta
Alquimia que tal género de arriesgado experimento, sólo pudo
llevarse a cabo con éxito una vez en la Historia de la Humanidad. El Padre de los
antiguos Maestros Alambiqueros contó para ello con un receptáculo excepcional,
que pudo dilatarse hasta contener absolutamente todo el llanto de la raza
humana. Comenzó entonces a condensarse un precioso destilado al potente calor
de la Justicia
y la Caridad ;
pero la colosal presión interna desarrollada obligó a tener que perforar, en el
momento crítico, el costado mitral del extraordinario recipiente, y por esa
improvisada válvula de escape supuró el más exquisito y admirable óleo curativo
que jamás se haya conocido.
Ocurrió esto hace
mucho tiempo, en las afueras de una vieja ciudad del Oriente, sobre un
promontorio conocido con el nombre de “el cráneo”; en la época en que Herodes
Antipas fue Tetrarca de Galilea.
Corolario
No obstante las
dificultades que pudieran presentarse, no se debe dar cabida al desánimo, ya
que por el mero hecho de proponérselo, se tienen grandes posibilidades de
progresar en el dominio de este sensible arte; siempre que se lo practique con
toda confianza, haciendo uso de su propio recipiente; aquel que guarda
escondido dentro de su pecho.-
Disquisiciones Sobre La Obtención Del Beso Robado
De todas las especies esquivas
que habitan en cielo, mar y tierra; el beso robado es, sin dudarlo, la que
requiere de mayores habilidades y sutilezas para lograr su prosecución.
Su naturaleza huidiza impide, en
el caso de haber conseguido atrapar
alguno, el enarbolarlo cual orgulloso trofeo, arriesgando en esto la reputación de quien se precie de buen cazador para terminar embaucado por su propia vanidad, y en tan solo breves
instantes solo habrá de conservar nada más que las huellas tenaces de su paso
fugaz, reconocibles por un ardor intenso en los labios acompañado del más
dulces de los sabores que paladar alguno haya degustado; la visión nublada por
relampagueantes fuegos de artificio, y una sensación de tener revoloteando en
el estómago a un centenar de libélulas de todos los colores del arco iris. Pero éstos síntomas descriptos no pasarán de
ser el inicio de la real debacle que se le avecinará, provocada ciertamente por
este verdadero Rey Anti-Midas que es el beso robado, cuya asombrosa toxina
consigue convertir a los labios sobre los que se posa en eternos mendigos de
nuevos besos.
Con estos antecedentes cabría
hacerse la pregunta: ¿es que no es posible sorprender, de algún modo, a tan
peligrosa criatura? ¡Claro que puede hacerse! Una de las formas es
aproximándose con gran sigilo y en puntas de pié; muchos padres consiguen así
arrebatarlos con éxito junto a las camas de sus hijos dormidos. Vale reconocer
que la alta concentración de ternura en el veneno de este tipo de espécimen
neutraliza sus efectos perniciosos. No
pasaría lo mismo si la ponzoña estuviese compuesta de pasión, lascivia, ò de
arrebato.
De lo anterior se infiere que
existen besos robados de distinta estirpe, y que resulta imprescindible el
saber reconocerlos a la hora de tomar los recaudos necesarios para su captura,
dado que todo cazador avezado ha de compararse a los grandes felinos, quienes
previo a arrojarse sobre una presa, toman en consideración el tipo de la cual
se trate y aún el territorio en el que se encuentra. Todo esto cuenta para
salir airoso del desafío que se pretenda encarar.
Luego, son bien diferentes el
fatigado beso que el peregrino devoto consigue alcanzar de la imagen de su
virgen ò venerado santo patrono, de aquél que las hormonas pulsan a arrancar de
los labios sedosos de una juvenil compañera de loca estudiantina. Quizá este
último se compare con el que soñábamos arrebatar a cierta profesorcita de
la lengua inglesa, veinteañera ella
cuando la adolescencia recién llamaba a nuestra puerta, que vestida para matar
nos enfrentaba e insistía haciendo retumbar los adorables agudos de su voz en aquel
aula de la
Gloriosa Regional , procurando enseñarnos a conjugar el verbo
To Love; a lo cual por cierto, inevitablemente respondíamos embobados “I Love
You Baby” sin habernos animado nunca, por jamás de los jamases, a darle el zarpazo certero. Es que hay determinadas
cacerías que conviene reservarlas para otras temporadas.
En cuanto al entorno, éste puede
ser bien diverso, como el clima; aún cuando el lugar común nos lleve a pensar
en ámbitos festivos ò idílicos, es perfectamente posible que se presenten
oportunidades en las antípodas de aquellos, sin que esto signifique mengua
alguna al grado de osadía necesario para realizar la proeza, ni tampoco a la
buena calidad de la ejemplar por conseguir. Prueba de esto es aquel último beso
que se puede disputarle a la muerte, reflejada en el rostro ceniciento de un
progenitor fallecido. Pero no siempre la muerte habrá de mostrarse condescendiente al intercambio, sin
reclamar nada en contra partida. ¡Reclamó más de las treinta monedas de plata
con las que pagaron a Judas Iscariote el beso de su traición, y el desgraciado
no tuvo más que ahorcarse por saldar semejante deuda!
A mi humilde entender, la corona
de laureles al cazador de besos corresponde dársela a cierta moradora de la
antigua ciudad de Betania, quien supo calibrar la impar excelencia del botín elegido,
como así también evaluar con afinada
justeza al escenario de caza, para entonces ir bien pertrechada al
encuentro con su víctima; identificó su Talón de Aquiles y de inmediato comenzó
el despliegue de su estrategia: sus propias lágrimas para lavarle los pies; sus
mismos cabellos para enjugárselos y el
perfume más costoso para refrescárselos. Recién entonces dio el atraco,
cosechando un racimo copioso de besos robados. ¡Y el Rey de Reyes conmovido,
dirigió aquel cortés reproche a su rico anfitrión, por no haberlo de tal modo
recibido!
Para que no haya titubeos acerca
de mis galardones en la materia que me han movido a tanto pontificado: ¡Son los de mi propia conversión!
Que por uno solo de esos besos quedé para siempre transformado, de cazador en casado.
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