viernes, 28 de agosto de 2015

Para los registros de la Historia - al menos la occidental y critiana - el día viernes evoca a la pasión que no excluye, por cierto, a las làgrimas y los besos.

Instructivo Para Obtener Un Destilado De Lágrimas



Acerca Del Reservorio:

Lo primero y primordial será hallar un recipiente de forma cónica que resulte adecuado, para que haga las veces de un alambique. Tendrá que ser resistente a golpes fuertes y caídas, como las provocadas por catástrofes y desgracias; por todo tipo de accidentes y crueles enfermedades, como así también resistente a las excoriaciones producidas por  traiciones y abandonos.
Se preferirá al barro cocido, cobre, hierro, aluminio ò vidrio, el que sea de un material flexible, de modo tal que su capacidad pudiese expandirse, dado el caso, hasta donde fuese necesario, como para mantener en permanente equilibrio a  la entropía del  sistema.
Ubíqueselo en un sitio propicio y fíjeselo a su soporte, de tal forma que, quedando suspendido, su único vértice apunte hacia abajo, en dirección a la fuente de calor.

Acerca De La Materia Prima:

Previamente tuvo que haberse colectado en frascos lagrimales, claramente identificados, el llanto de una multitud de viudas, el de un gentío de huérfanos, el de una hueste de mártires, y el de una muchedumbre de ultrajadas y abusados; sin olvidar los llantos desgarradores de las víctimas de asesinatos, junto a los lamentos de sus familias tronchadas.
La anterior no pretende ser, de ningún modo, una lista exhaustiva; inclusive sorprenderá la facilidad con la que podrán adquirirse éstos ingredientes, en una variedad aún más extensa que la que acabamos de mencionar, dado que brotan en abundancia, especialmente de las guerras, las escaramuzas, de casi todas las revoluciones y de ciertos movimientos telúricos, durante todas las estaciones del año y en prácticamente los seis continentes del globo.

 Acerca De La Fuente De Calor:

Existen distintas categorías de llamas que pueden utilizarse,  desde las suaves, como ser  la producida por la amabilidad ò  la solidaridad, hasta la más vigorosa, formada por una combinación de Justicia como combustible y Caridad como comburente.
Deberá decidirse el tipo de fuego que habrá de utilizarse acorde a la clase de lágrimas que se vaya a destilar; verbigracia: para lágrimas de desamores resulta muy apta una flama suave y pareja, como las que brindan la contención familiar y las buenas amistades. 
Una vez que haya tomado su decisión, utilice la chispa de su compasión para encender el fuego.


Acerca Del Proceso De Destilado


 Para familiarizarse con el procedimiento, aconsejamos procesar de a un tipo de lágrimas por vez.
Debe quedar perfectamente claro a los principiantes lo inconveniente que resulta pretender destilar, de una sola vez, una mezcolanza de lágrimas de distinta procedencia. Esto requiere de una alta destreza, para no terminar concentrando los amargores, que finalmente darán como destilado una verdadera hiel de odios y resentimientos, en vez del buscado bálsamo que reconforta y cura de todo dolor y sufrimiento.
Se relata en los anales de la Alta Alquimia que tal género de arriesgado experimento, sólo pudo llevarse a cabo con éxito una vez en la Historia de la Humanidad. El Padre de los antiguos Maestros Alambiqueros contó para ello con un receptáculo excepcional, que pudo dilatarse hasta contener absolutamente todo el llanto de la raza humana. Comenzó entonces a condensarse un precioso destilado al potente calor de la Justicia y la Caridad; pero la colosal presión interna desarrollada obligó a tener que perforar, en el momento crítico, el costado mitral del extraordinario recipiente, y por esa improvisada válvula de escape supuró el más exquisito y admirable óleo curativo que jamás se haya conocido.
Ocurrió esto hace mucho tiempo, en las afueras de una vieja ciudad del Oriente, sobre un promontorio conocido con el nombre de “el cráneo”; en la época en que Herodes Antipas fue Tetrarca de Galilea.

Corolario

No obstante las dificultades que pudieran presentarse, no se debe dar cabida al desánimo, ya que por el mero hecho de proponérselo, se tienen grandes posibilidades de progresar en el dominio de este sensible arte; siempre que se lo practique con toda confianza, haciendo uso de su propio recipiente; aquel que guarda escondido dentro de su pecho.-




Disquisiciones Sobre La  Obtención Del Beso Robado



De todas las especies esquivas que habitan en cielo, mar y tierra; el beso robado es, sin dudarlo, la que requiere de mayores habilidades y sutilezas para lograr su prosecución.
Su naturaleza huidiza impide, en el caso de haber conseguido  atrapar alguno, el enarbolarlo cual orgulloso trofeo, arriesgando en esto  la reputación de quien se precie de buen cazador  para terminar embaucado por su  propia vanidad, y en tan solo breves instantes solo habrá de conservar nada más que las huellas tenaces de su paso fugaz, reconocibles por un ardor intenso en los labios acompañado del más dulces de los sabores que paladar alguno haya degustado; la visión nublada por relampagueantes fuegos de artificio, y una sensación de tener revoloteando en el estómago a un centenar de libélulas de todos los colores del arco iris.  Pero éstos síntomas descriptos no pasarán de ser el inicio de la real debacle que se le avecinará, provocada ciertamente por este verdadero Rey Anti-Midas que es el beso robado, cuya asombrosa toxina consigue convertir a los labios sobre los que se posa en eternos mendigos de nuevos besos.
Con estos antecedentes cabría hacerse la pregunta: ¿es que no es posible sorprender, de algún modo, a tan peligrosa criatura? ¡Claro que puede hacerse! Una de las formas es aproximándose con gran sigilo y en puntas de pié; muchos padres consiguen así arrebatarlos con éxito junto a las camas de sus hijos dormidos. Vale reconocer que la alta concentración de ternura en el veneno de este tipo de espécimen neutraliza sus efectos perniciosos.  No pasaría lo mismo si la ponzoña estuviese compuesta de pasión, lascivia, ò de arrebato.
De lo anterior se infiere que existen besos robados de distinta estirpe, y que resulta imprescindible el saber reconocerlos a la hora de tomar los recaudos necesarios para su captura, dado que todo cazador avezado ha de compararse a los grandes felinos, quienes previo a arrojarse sobre una presa, toman en consideración el tipo de la cual se trate y aún el territorio en el que se encuentra. Todo esto cuenta para salir airoso del desafío que se pretenda encarar.
Luego, son bien diferentes el fatigado beso que el peregrino devoto consigue alcanzar de la imagen de su virgen ò venerado santo patrono, de aquél que las hormonas pulsan a arrancar de los labios sedosos de una juvenil compañera de loca estudiantina. Quizá este último se compare con el que soñábamos arrebatar a cierta profesorcita de la  lengua inglesa, veinteañera ella cuando la adolescencia recién llamaba a nuestra puerta, que vestida para matar nos enfrentaba e insistía haciendo retumbar los adorables agudos de su voz  en aquel  aula de la Gloriosa Regional, procurando enseñarnos a conjugar el verbo To Love; a lo cual por cierto, inevitablemente respondíamos embobados “I Love You Baby” sin habernos animado nunca, por jamás de los jamases,  a darle el zarpazo certero. Es que hay determinadas cacerías que conviene reservarlas para otras temporadas.
En cuanto al entorno, éste puede ser bien diverso, como el clima; aún cuando el lugar común nos lleve a pensar en ámbitos festivos ò idílicos, es perfectamente posible que se presenten oportunidades en las antípodas de aquellos, sin que esto signifique mengua alguna al grado de osadía necesario para realizar la proeza, ni tampoco a la buena calidad de la ejemplar por conseguir. Prueba de esto es aquel último beso que se puede disputarle a la muerte, reflejada en el rostro ceniciento de un progenitor fallecido. Pero no siempre la muerte habrá de  mostrarse condescendiente al intercambio, sin reclamar nada en contra partida. ¡Reclamó más de las treinta monedas de plata con las que pagaron a Judas Iscariote el beso de su traición, y el desgraciado no tuvo más que ahorcarse por saldar semejante deuda!
A mi humilde entender, la corona de laureles al cazador de besos corresponde dársela a cierta moradora de la antigua ciudad de Betania, quien supo calibrar la impar excelencia del botín elegido, como así también evaluar con afinada  justeza al escenario de caza, para entonces ir bien pertrechada al encuentro con su víctima; identificó su Talón de Aquiles y de inmediato comenzó el despliegue de su estrategia: sus propias lágrimas para lavarle los pies; sus mismos cabellos para enjugárselos  y el perfume más costoso para refrescárselos. Recién entonces dio el atraco, cosechando un racimo copioso de besos robados. ¡Y el Rey de Reyes conmovido, dirigió aquel cortés reproche a su rico anfitrión, por no haberlo de tal modo recibido!

Para que no haya titubeos acerca de mis galardones en la materia que me han movido  a tanto pontificado: ¡Son los de mi propia conversión! Que por uno solo de esos besos quedé para siempre transformado, de cazador en casado.   

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