Granaderos del Fratacho
(En
memoria de todos aquellos trabajadores de la construcción argentinos, y en
especial los correntinos, que perdieron
luctuosamente la vida en sus trabajos, por hacerlo bajo condiciones de alta
inseguridad)
Este suceso
aconteció en una de las tantas
conjunciones surrealistas del actual espacio–tiempo argentino, muy propio de
esta nuestra Patria amada, aunque
dolorosamente postrada y sumergida en profundo sueño existencial; sólo
ocasionalmente perturbado por brevísimos estertores de conciencia, cada vez más
distanciados e imperceptibles. Al punto que muchos no llegan a advertir, en
realidad, las verdaderas dimensiones del prolongado naufragio que padecemos;
porque, ¡digámoslo claramente, los seres que flotan dispersos en la anomia
reinante, cuando el buque de la
República se viene a pique, no se llaman de otra manera que
náufragos!. Y la primer condición para resultar rescatados de tamaño
desastre - ¡ATENCION! que las
posibilidades màs ciertas para que tal rescate ocurra han de brotar de nosotros
mismos, antes que seguir alimentando vanas esperanzas de ser salvados por algún
otro – es establecer nuestra real posición, reconocer cuáles son, por así
decirlo, nuestras coordenadas morales que nos identifican como comunidad, que
para este caso bien pudieron haber sido: Inconciencia, Codicia e Impunidad. Ò también podríamos
ensayar con alguna otra terna que
reproduzca un sistema ò campo de fuerzas
semejante al que propició la particular contingencia de aquel día; como ser, por ejemplo:
Fatalidad, Precariedad Laboral e Imprevisión; ò sino: Desidia, Orgullo y
Mediocridad…etc, etc, etc…
La escena se sitúa en un conocido
barrio de la Capital Correntina
caracterizado por su tradicional perfil arquitectónico de casas residenciales
de una sola planta, que desde hace aproximadamente una década
atrás, vio quebrarse la línea de su parejo horizonte con la erección de
modernos mangrullos de hierro y cemento, en los que se ven pulular, como
laboriosas hormigas que erigen su guarida, a los obreros de la construcción,
subiendo y bajando, trepando y colgando, taladrando y martillando, serruchando
y trasladando …en definitiva, transformando a costa de sudor y salud, aquellas
torres de dados agujereados, en destacadas viviendas colectivas de propiedad
horizontal.
En su asomarse de aquel Jueves 22 de
Marzo del año 2012, Astro Febo va iluminando con sus rayos, en su parabólico
ascenso a la histórica Ciudad ribereña. Tras las tapias de las obras, sordos
ruidos ya se dejan oir de maquinarias y de aceros. Son las huestes de obreros que preparan sus enseres y herramientas
para lucharle honradamente a la vida en otra nueva jornada de trabajo. Elevada
por encima de las otras voces, gritos y
metálicos sonidos, cual estridente clarín de guerra, resuena la voz del
Capataz, ordenando a sus cuadrillas a poner “manos a la obra”. Allá avanzan
entonces, en su marcha ascendente, estos verdaderos Granaderos del Fratacho,
conquistando metro a metro en su orgullosa estatura a este pretencioso émulo de
las andinas alturas, enclavado en la violada llanura del Cambà Cuá correntino.
Llega así la escuadra de escogidos a la
cima, donde arremeten con la carga del hormigón fresco, buscando completar el
armazón que soporta al ya instalado tanque de agua. Y he aquí el punto de
inflexión en la épica de esta penosa gesta, donde su lírica muta de las glorias de San Lorenzo al caótico y fatal desbande de Cancha Rayada.
Agazapada en la cumbre, la imprevisión, el error de cálculo y el exceso de
confianza desatan la avalancha; apenas preanunciada por un creciente
crujir de estructuras, que se inicia en
sutil murmullo y en pocos segundos… ¡estalla en el fogonazo del fatal
instante en que mampostería, tanque,
agua y vidas humanas son tragadas por el vacío del abismo!. ¡Son ocho Cabrales
que sacrifican su existencia en el duro combate de ganarse decentemente el
cotidiano alimento de sus familias!
Desde el máximo sitial que le otorgó la Historia , el Gran Anibal
de lo Andes continúa instruyéndonos a todos, y en particular a quienes deban
fallar sobre tan trágico hecho: “…era natural que este golpe inesperado y la
incertidumbre los hiciera vacilar; ¡pero ya es tiempo de volver sobre vosotros
mismos y observar que el Ejército de la Patria se sostiene con Gloria al frente del
enemigo”
¿Seremos capaces, como comunidad que
dice querer batallar contra la corrupción en todos los ámbitos, de trasladar
nuestro aciago destino de Cancha Rayada a la buenaventura de Chacabuco y Maipù?
Toda derrota bien asimilada puede ser
un preludio, en tono menor, de la próxima Victoria que nos salga al encuentro.
¿Seremos dignos de adelantarnos a su
abrazo?
QUE ASÍ SEA
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