viernes, 21 de agosto de 2015

Esta es la entrada inaugural a este blog, en el que pienso presentar algunos de mis escritos para que puedan ser leidos

Primates


Boca en boca,
Siglo en siglo,
Ha recorrido desde los albores
Este relato de lo sucedido,
Entre el descanso merecido
Y las muy arduas labores

En edad anónima y dilatada,
Sin calendarios  ni registros;
Buscando dónde la vista reposar,
Levantó el Creador su mirada
Hacia la cúpula arbolada,
Por discurrir dónde estampar
Su impronta, en la obra terminada.

Rama en rama,
Grito en grito,
Descubriole, grotesco al columpiar;
En burdo y nervioso agasajo,
Persiguiendo a una hembra a destajo
Para en ella  su especie sembrar.



Al almizcle de sus rastros
Hirvientes de pasión, las venas,
Ella, que huyó por entre el follaje,
Finge un penoso resbalar,
Por dejarse, al fin,  alcanzar:
Ovillo de músculos y pelaje
Precipitado ante el divino avistar

Traste en tierra,
Carne en carne,
Libertinos sin cambiar el paso,
Actúan mil y una obscenidades,
Como lo haría un grosero payaso
Sobre la arena de sus propias vanidades.

Los contempla el Divino Artista
Mientras, piadoso, reflexiona,
De cómo ciertas disonancias
Aportan a su colosal sinfonía
Sonoridades raras, verdaderas felonías;
Cual hedores de repugnantes fragancias,
De las víctimas de carnívoras plantas, son su agonía



Rostro en rostro
Semejanza en semejanza
¡Hagámosle Varón y Varona!
¡Ya los iré mejorando, del corazón al intelecto!
¡Que hasta al más Excelso Arquitecto
Le agrada, cada tanto, jugarse alguna broma!




Miguel A. J. Sarno






Soneto Contrafáctico




¿Qué destino hubiésemos encontrado
En el reinado sobre toda la creación,
Si, en vez de simios en evolución
Encarnásemos el alma en cierto ser alado?

Si por el fasto vuelo de un águila real
Ò en el planear pomposo del cóndor andino
Hubiésemos trocado el caminar cansino
De aquél primer pariente del Neandertal

¿Hubiéramos así eludido nuestro sino fatal
Que a nuestra condición mortal nos trajo,
Por tomar ese gajo del árbol del bien y del mal?

¡Hubiésemos arrancado de cuajo
A la muerte, devorando al ofidio infernal!
¡Y aplaudiría el universo tan colosal trabajo!




Miguel A. J. Sarno

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