HIPÉRBÈQUERTON
- Tributo a las Golondrinas de Gustavo Adolfo -
Oscuras
en sus nidos, a colgar de tu balcón,
Volverán
las golondrinas.
Y
con el ala llamarán a tus cristales,
Jugando
otra vez.
Pero
aquellas que refrenaban el vuelo…
Esas
que nuestros nombres aprendieron,
En
tu hermosura y mi dicha, a contemplar…
¡Esas…No
volverán!
Madreselvas
tupidas, de tu jardín,
A
los tapiales volverán a escalar;
Y
aún más hermosas sus flores,
Otra
vez abrirán a la tarde.
Pero
aquellas gotas del rocío del día
Que
mirábamos temblar y caer,
Como
lágrimas cuajadas;
Esas…
¡No volverán!
De
rodillas, como a Dios se adora,
Mudas
y absortas ante su altar,
Volverán
a tus oídos
Las
ardientes palabras
Del
Amor a sonar.
Sueño
profundo
De
tu corazón…
¿Despertará,
tal vez?
Pero
… ¡Desengáñate!,
Como
te he querido Yo,
¡Así,
no te querrán!
La Descarriada
A ti, que las potestades
llamaron
La argenta reina del
Sur;
La de las Provincias Unidas.
Ellos que admiraban
la estela
Luminosa que tras de
ti dejaba
Tu paso elegante y resuelto,
Rumbo al cercano
horizonte
Del progreso cierto
de tu prole,
Con tristeza hoy te
contemplan,
Doblegada y
deprimida,
Tan solo de harapos
vestida
Por los jirones de la
que fuera
Tu soberbia túnica,
ahora corroída.
Al frigio gorro
manchado
Por tus cabellos
grasientos
De la negra
corrupción
Que llegó hasta tu
coronilla.
¿Qué fue del garbo de
tus modos?
¿Acaso se embriagó de
tinieblas
El candil de tu intelecto?
¿Qué te hizo mudar
de la sólida Roca
de aquel privilegiado sitial
de la sólida Roca
de aquel privilegiado sitial
en que fuiste erigida
En decimonónico
edén?,
Deviniste desde entonces
a esta realidad enlodada
que hoy te circunda,
a esta realidad enlodada
que hoy te circunda,
Y en la que día a
día,
Cual Venecia
doliente,
Te hundes sin lograr
Nunca hacer pie
Sobre lecho alguno
De piadosa sensatez.
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